Erase una vez un señor llamado Julio Fernández, que era presidente de una distribuidora de películas y tenía bastante dinero. Un día, don Julio se enfadó contra otras personas que se descargaban películas y, en una ceremonia donde los señores del Cine se entregan a ellos mismos sus premios y ellos se lo guisan y ellos se lo comen, dijo que eso de las descargas y de los piratas era un escándalo, que por culpa de Internet se veía todo y que encima esas personas malas que descargaban películas se recochineaban de haberse grabado diez, quinientas, dos mil películas.
Don Julio se preguntaba a voz en grito qué se diría si se robase en los supermercados y luego se vendieran esos productos en la puerta; y afirmaba que había que tomar medidas como las empleadas en terrorismo y pederastia (que son otros señores que hacen cosas tan malas como los que se descargan pelis… bueno, a lo mejor no tanto, pero casi.).
Para terminar, don Julio aseguraba que sólo en otro pais, la China esa, se descargaban más pelis que en este, y que eso era una vergüenza. Don Julio estaba muy enojado.
Pero hete aquí que justo al día siguiente, unos señores de la Fiscalía de Cataluña lo acusaron de una cosa muy mala y que está muy fea: alzamiento de bienes y apropiación indebida por descapitalizar la compañía Ivex Films. De tal forma que otros señores le reclaman dinero, 50 millones de euros, céntimo arriba o abajo.
Así que ahora don Julio, sin comerlo ni beberlo, se enfrenta a penas de cárcel que van de los seis a los ocho años por haber cometido, supuestamente, otra clase de piratería.
Moraleja: No mires la mota en el ojo ajeno sino la viga en el propio y nunca escupas al cielo o mees contra el viento.
Tampoco estaría de más, que no se insultara a nadie por hacer algo que no es delito, ni siquiera falta.Saludos, don Julio, que haya suerte.
Fuente: El clan
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