Bajo aguas tranquilas ha servido como cierre mojónico a las desventuras de Julio Fernández y compañía. Y una vez vista, da la sensación de que no se querían ir sin joder un poco al personal. Nada funciona en esta película. Los efectos especiales parecen de coña, el maquillaje de fiesta de aficionados alcoholizados, e incluso se permiten poner a uno de los personajes esas lentillas chillonas que se usan para complementar el disfraz de Halloween. La dirección es paupérrima, así como el desastroso montaje o el nulo sentido del ritmo en la acción. Luego uno se tira la hora y media preguntándose que carajo hacen interpretes de carácter con una reputación como Joseph Maria Pou, Diana Peñalver y Manuel Manquita dando vueltas por el tingado. ¡Hasta han guardado un pequeño e irrisorio papel para David Meca!. Finalmente, lo único a destacar del engendro, por decir alguna cosa, es que aparece la rubia televisiva Pilar Soto enseñando tetas y dando un morbazo impresionante, aunque la suya sea posiblemente la peor actuación de todas. Otro hecho gracioso (por no llorar) es que Raquel Meroño, la protagonista de la cosa, hace de madre de una actriz que tiene 23 años, cuando ella (en la vida real, se entiende) aun no ha cumplido los 34. Por no decir que el critico cinematográfico y director del festival de cine de Sitges, Ángel Sala, ha estado involucrado en labores de guión.
Lo mejor: Que al menos Pilar Soto está bastante buena y enseña las tetas.
Lo peor: Todo lo demás.
Fuente: Ser cinéfago
domingo, 29 de junio de 2008
Bajo aguas tranquilas: otra desventura de Julio Fernández
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