jueves, 30 de julio de 2009

Más críticas a Paintball, producida por Julio Fernández

Alguien debería nombrar a Julio Fernández el "Spanish Roger Corman". Ningún productor nacional se empeña, con tanto ahínco, con tanta ilusión, en una factoría de terrores patria. De su productora "Filmax" han salido productos de mil colores, fíjense: "La monja", "Rottweiler", "REC", "Km. 31"... Este año toca el turno del debutante Daniel Benmayor, que combina en "Paintball" una aceptable amalgama de propuestas. Y es tal la habilidad del realizador (cámara en mano, inverosimilitud necesaria, ritmo adecuado) que se le permiten un buen número de tachas: su modestísimo presupuesto, sus excesivas referencias ("Diez negritos", "Depredador", "13 Tzameti"...) o su afición al terror gritón. Una última parte floja (la sociedad secreta tambalea méritos previos), no oculta que a "Paintball" le ocurre lo mismo que a Julio Fernández: por su rebeldía, por su (humilde) autoconsciencia, por su compromiso, merece la pena.

Fuente: Esto no es Vietnam

miércoles, 15 de julio de 2009

Fueret crítica a la película Paintball, de Filmax

Un grupo de participantes en un juego de paintball, un cámara epiléptico, el equipo de iluminación del film y, finalmente, los espectadores son eliminados uno a uno por un misterioso adversario.

Empieza bien, la maldita, con una secuencia de acción bien planificada, desarrollada, de la que te enteras de todo. Como pasa más o menos a los cinco minutos de comenzar la peli, uno se esperaría que en algún momento después el director se tomara la molestia de plantear un poco más el asunto, currándose a los personajes y tal.

No sucede.

Por una sencilla razón: para ser un film sobre el paintball, no va mucho sobre Paintball. En realidad es un Grandes Éxitos del Género Slasher. Me explico: los personajes se nos presentan como un grupo con cierta disciplina táctica (”¡desplegaos!” “¡susordenesmisargento!” “¡esta chica es una purista del paintball!” –esto último es un “sic”, por cierto–) . Badasses en potencia. Bien, pues al peo. Cuando ataca el malo por primera vez, la estrategia a seguir es “correr como pollos sin cabeza”. El problema es que media hora después siguen corriendo como pollos sin cabeza. No es que sea la hostia de carismático, el planteamiento. En algún momento podrían, no sé, defenderse o algo así. En resumidas cuentas: podrían habernos colado a un grupo de autoestopistas perdidos, cheerleaders en un autobús estropeado, lo que sea, que da absolutamente lo mismo.

paintball2

Partiendo de esta idea, la película se convierte en Pac-Man, pero seguimos estando por encima de lo tolerable: anda que no me he comido pelis con el mismo problema. Mientras sean violentas (esta lo es más o menos, pero no demasiado), o graciosas (esta NO lo es), autoparódicas (el paintball aquí de juego tiene bien poco, es una batalla colosal o algo así donde se juega el destino del mundo) o tengan algún personaje por el que apostar. En este sentido, me permito señalar un verdadero incordio de tío llamado Frank que en versión original termina las frases subiendo la voz doce octavas, retrasa al grupo, carece de ideas prácticas para salvar la situación y aprovecha la más mínima oportunidad para criticar al medio-protagonista, el único con dos dedos de frente hasta que el guión y la aleatoriedad deciden lo contrario.

Por no mencionar el secundario desconocido que sale de la nada, el sentimiento de culpa por una muerte accidental, conflictos de moralidad entre los protagonistas y demás cosas del libro de estilo. No hay un verdadero suspense porque parece ser que el film se empeña en que los héroes sean patos de feria. Casi todas las muertes del film tienen lugar cuando los protagonistas están desvalidos, por lo que no hay mucha incertidumbre sobre si podrán escapar del brete. La trama oculta que explica la historia emerge como un cuesco del agua a la media hora final y consigue el triple efecto de a) liar la movida, b) atentar salvajemente contra la lógica de la propia película y c) me importa un huevo. Y, venga, sí, tu estilo de dirección es de la escuela S.S. Ryan y te montas un dinamismo de la hostia, pero nunca sabes cuando parar, cuando dejar que la acción respire, cuando permitir ver la cara de tus personajes, cuando establecer geográficamente la acción. Nunca. Es decir, el estándar del cine de terror actual “sabes a lo que vas, no te quejes, bla, bla, bla…”. Esto ya no me lo trago tan alegremente, porque me aburro del copón. Por muchos “fucks” que suelten los protagonistas (en serio, de récord Guinness).

¿Qué pasa al final con Paintball? Ni puta idea, si os digo la verdad. Siendo educados, es un pche bastante, bastante triste. A la mínima que queramos desventrarla, desventrada quedará. Es de apreciar su nivel técnico, es de apreciar lo implicados que están los actores. Pero ya que estás intentando hacer una peli de género sin muchas expectativas, evita por favor que caiga en el ridículo. Benmayor esquiva el charco un par de veces. En otras no tiene tanta suerte. Vamos a pensar que esto es ópera prima, que está comenzando, y que Julio Fernández le ha pedido dar caña. Darla, la da. En un buen sentido, no tanto.

PD con Spoilers Ligeros:

Señor Benmayor.

No me ponga al malo meando, por favor.

Un chorro de pis en primera persona a través de las gafas de visión térmica del villano.

Joder. Qué es esto. Pa qué vale.

Ese fue el maldito punto en el que la audiencia del film respiró hondo y dijo: “ah, vale, que es que deben estar de coña, actuaré en consecuencia”. Y comenzaron las carcajadas. Desde ese momento, nadie le pasó ni una. Exagerado, e injusto. Pero el malo sale meando.

Fuente: Las horas perdidas