No he asistido a los
screenings ("proyecciones", pero en el cine todo tiene su jerga cuando se trata de un encuentro industrial) celebrados ayer en Madrid (antes era en Canarias y es una plataforma para la venta internacional de cine español), pero
Variety cuenta en perfecto inglés y no difiere mucho del
perfecto castellano de Cine y Tele, que los productores españoles (
Egeda) se alían con entes generalmente tan poco queridos por el público como
SGAE,
Promusicae, la
FAP,
Adircae y
Adican para presentarse el próximo día 17 de junio como un nuevo
lobby que aspira a imponer a las descargas en España los mismos controles que los franceses han puesto a las suyas. Hablo de los gobiernos, claro.
Confieso que con el calor retórico que suscita esta cuestión, y ser quienes son algunos de mis clientes, cualquier cosa que diga sin la presencia de mi abogado puede conducirme a algo más que la cárcel de papel. Pero a ellos mismos les cuento que la distribución digital es un hecho y que más vale subirse a la ola que ponerle puertas al campo. El problema, debe admitirse porque es cierto y entraña serios fundamentos, es que en medio de la transición de modelos de negocio existen verdaderos damnificados: adquirir películas para su distribución en España con los cuantiosos anticipos que se pagan a los productores internacionales para ver que no tienes el control y que, decepcionantemente, la gente decide verlas sin importarle el grado de calidad, no sólo pone los pelos de punta, sino que conduce a serias dificultades económicas a bastantes organizaciones.
Primera consecuencia: los derechos de las películas no valen lo que valían. La cuestión es si uno se pica en plena subasta y quiere el título a toda costa. Pero supongo irreversible hoy por hoy,
3D mediante, el que el precio de los derechos debe o tiene que bajar, que constato que ha ocurrido. Se queja
Enrique González Macho de que las televisiones no quieren títulos antiguos porque llegan machacados, pero eso ya venía ocurriendo por el sistema de explotación en ventanas sucesivas. Se quejan también de la reducción de ventas de DVD. Al tiempo,
Filmax anuncia que lanzará su propio portal para ofrecer las películas en streaming. En
ADNStream piensan que el streaming canibaliza al
pirata pues ofrece la posibilidad de ver la película de modo controlado y financiada con publicidad (evitando el prolongado tiempo de descarga en un entorno verdaderamente
on demand), pero la publicidad aún no mueve todos los dineros que se esperan para cambiar unos ingresos por otros: de nuevo,
la paradoja de cambiar duros por pesetas. Del otro proyecto,
Filmin, con
El Deseo (Almodóvar) entre sus socios llega un silencio demasiado estruendoso.
El mundo tecnológico y de la red dirán que el método francés (suena a
el mal francés, de la gonorrea a aquél ensayo que en España se llamó
El mal latino) no servirá para resolver los problemas de los productores, pues
los bits son libres: la comercialización del negocio audiovisual (he dicho negocio, porque aquí enseguida se habla de cultura y otras cosas que confunden - en mi opinión - la naturaleza del debate) ya nunca será la misma y me apuesto algo a que grandes como
Filmax, sean cuales sean los eternos rumores sobre su salud, seguirán allí en los nuevos negocios.
Quizá también conviene, para poder pensar, que el propio mundo industrial aclare sus conceptos de una vez: seguir diciendo que las descargas son un delito, cuando todo lo más en que se ponen de acuerdo unos cuantos juristas (
Andy Ramos, save me) es en que se trata (puede tratarse) de un ilícito civil, no parece ser la manera de mirar la realidad, sea cual sea la diferencia legislativa con otros territorios. Los periodistas recogen así unas declaraciones de uno de los panelistas: "El papel del Gobierno es fundamental en la lucha contra la piratería. En España hay políticos que dicen que descargarse películas no es un delito y eso es un problema para nosotros". Pues no lo es, y están los parlamentos votando, además, en contra de cosas como el cánon, con lo que parece que el clima social y político, con la gasolina subiendo, el paro escalando el Himalaya y muchas tormentas económicas en marcha, no es el mejor para decirle al pueblo soberano que se olvide del ocio ¿por la cara?.
No hace muchas fechas un fabricante de electrónica de consumo me relataba que en la crisis del 93 ellos se inflaron a vender: un 30% más. La reflexión consistía en que si no te comprabas un coche, ni un chalé, ni te ibas de viaje, al menos te comprabas una tele para ver bien los deportes. Este año, esas ventas están cayendo entre el 20 y el 30%. Parece que ni siquiera una Eurocopa, unos Juegos Olímpicos o la promesa de un mundo mejor con la TDT estimulan lo que tiene que estimular, y que la gente se quita de todo incluída la cacharrería electrónica. La diferencia es que hoy se pueden descargar las cosas.
Cabe preguntarse hasta que punto la innegable crisis económica que ya se vive va a provocar un descenso aún mayor de las visitas a los cines (antes el escapismo de la dura realidad siempre le daba al ocio social una puerta de crecimiento) y de las ventas de DVD's al tener la alternativa libremente en tu ratón más cercano.
Cine y Tele precisa que
Julio Fernández, el hombre fuerte de Filmax, "quiso aclarar la confusión creada por el Canon Digital, que ha llevado a la gente a creer que como lo paga puede descargarse películas gratuitamente". La pregunta que me hago es si se le va a poder explicar al público, que va a pagar por un DVD sea cual sea su uso y precisamente para compensar la copia privada... que antes se hacía del disco de un amigo.
No hay tema, vaya al foro que vaya, que no suscite más pasiones que éste. Y, frente a lo que dicen los productores (que las telecos son culpables), yo he visto siempre a los representantes de Telefónica llevar la contraria al público y defender el modelo vigente de propiedad intelectual. Aún así, debe decirse que no me parece que el mundo audiovisual haya hecho sus deberes en el Ministerio de Industria como debiera haberlos hecho. No hablo de un momento en concreto, sino de algo histórico y prolongado. Encerrados en el Ministerio de Cultura como defensor de sus posturas, las batallas de intereses son épicas y el temor reverencial a la SGAE, algo más que el poder del anillo: no lo dirán en público, pero muchos de los
lobbys de fabricantes de electrónica tienen verdadero espanto a la presencia de artistas en los aledaños del Palacio de La Moncloa. Y no parece nada interesante tener que transformar las estructuras industriales de este negocio teniendo como opositor a todo el entramado de fabricantes que presentan liquidaciones a la seguridad social, declaraciones de iva y sociedades como las que presentan estas empresas mientras uno de los objetivos políticos del Gobierno, las telecos y los fabricantes es la extensión de la sociedad digital sí o sí. ¿Tiene que ser un choque de trenes?
Fuente:
La nueva industria audiovisual